Vivian Maier es uno de los nombres más intrigantes de la fotografía callejera, pero lo más curioso de todo es que fue descubierta después de su muerte. Vivian vivió una vida muy discreta trabajando como niñera en Chicago, y durante décadas nadie supo que, en su tiempo libre, tenía una pasión secreta: la fotografía.
En su rol como niñera, Vivian cuidaba de los niños mientras recorría las calles de la ciudad con su cámara Rolleiflex colgada al cuello. Aunque su vida diaria giraba alrededor de cuidar a otros, siempre se tomó el tiempo para capturar el mundo a su alrededor. Su trabajo fotográfico jamás fue mostrado en galerías mientras vivía; ella misma nunca pareció buscar fama o reconocimiento.
La gran sorpresa llegó en 2007 cuando John Maloof, un joven historiador, compró en una subasta una caja de negativos sin saber exactamente lo que contenía. Esa caja resultó ser solo la punta del iceberg de un legado inmenso: más de 100,000 negativos, cintas y películas que Vivian había tomado a lo largo de su vida. Su trabajo mostraba una mirada cruda y auténtica de la vida en las calles, principalmente de Nueva York y Chicago.
Lo que hace aún más fascinante a Maier es el misterio que rodea su vida personal. No se sabía mucho de ella, y las familias para las que trabajó relataron que era muy reservada y acumulaba todo tipo de objetos. Su fotografía es como una ventana a lo que ella observaba: la vida cotidiana, la soledad, los momentos íntimos y los personajes del día a día que cruzaban su camino. Afortunadamente también conocemos su rostro porque nos dejó un sinfín de autorretratos casi siempre en reflejos en espejos o aparadores de tiendas.
Su descubrimiento fue algo así como un fenómeno global en el mundo del arte. De repente, esta niñera desconocida se convirtió en una de las fotógrafas más aclamadas del siglo XX. Sus fotografías capturaban momentos que la mayoría de las personas simplemente dejan pasar, con una atención especial al detalle y a las emociones escondidas en lo mundano.
Hoy en día, el legado de Vivian Maier sigue creciendo, y su historia sigue siendo un recordatorio de que el arte puede encontrarse en los lugares más inesperados.