Cuando vi sus fotos por primera vez, siendo sincero, no me impresionó, sus horizontes caídos y personas cortadas no me convencían, pero era claro que el tipo era una gran influencia en este género, así que lo seguí estudiando hasta que entendí:
Lo que hace a Garry Winogrand tan especial es su enfoque casi obsesivo por capturar lo efímero de la vida. A menudo se le describe como un fotógrafo que “disparaba antes de pensar”, lo que en realidad habla de su habilidad para captar momentos genuinos y no forzados. Era capaz de encontrar lo extraordinario en lo ordinario, en las pequeñas interacciones humanas o en cómo la gente se movía a través de las ciudades. Su estilo estaba lleno de espontaneidad, y en lugar de buscar el orden o la perfección en una escena, celebraba el caos.
Winogrand disparaba con una Leica de 35 mm, lo que le permitía moverse rápidamente por las calles y no perder tiempo en ajustes complejos. Usaba un enfoque hiperrápido, lo que le permitía capturar una escena antes de que el sujeto siquiera se diera cuenta de su presencia. ¡Era tan rápido que se calcula que dejó más de 250,000 fotos sin revelar cuando murió! Este volumen de trabajo dice mucho sobre su enfoque. No estaba interesado en hacer solo «la» foto perfecta, sino en capturar miles de pequeños momentos que en conjunto contaban una historia más grande sobre la sociedad.
Winogrand no inventó la fotografía de calle, pero la redefinió. Antes de él, fotógrafos como Henri Cartier-Bresson ya habían explorado este género, pero lo hicieron de una manera más estilizada y estructurada. Winogrand, en cambio, rompió las reglas al abrazar el desorden. En lugar de esperar a que una escena se alineara perfectamente, él disparaba en el corazón del caos, a menudo dejando fotos desenfocadas o torcidas, pero llenas de energía y autenticidad.
Fotógrafos más recientes como Alex Webb y Bruce Gilden claramente han sido influenciados por su estilo. Webb, por ejemplo, se ha destacado por su uso del color y por componer escenas complejas llenas de capas y detalles, algo que Winogrand hacía en blanco y negro. Aunque Gilden tiene un estilo mucho más agresivo, se puede ver una conexión en la forma en que ambos fotógrafos interactúan con la gente en la calle y buscan lo crudo y auténtico de la vida urbana.
En cuanto a temática, Winogrand era un cronista de la vida americana. Le interesaban las multitudes, las manifestaciones, la gente común y corriente, y también las figuras icónicas como políticos y celebridades. Una de sus series más famosas es la de la Feria Mundial de Nueva York en 1964, donde documentó todo tipo de personas y situaciones. Su forma de ver el mundo era a la vez cínica y amorosa: le fascinaba lo absurdo de la sociedad, pero también sentía una profunda conexión con sus sujetos.
La influencia de Garry Winogrand es enorme y abarca varias generaciones de fotógrafos. Desde su contemporáneo Lee Friedlander, con quien compartió la fascinación por las escenas urbanas, hasta fotógrafos modernos como Joel Meyerowitz, que ha continuado explorando la vida en las calles con un enfoque similar al de Winogrand, pero en color.
Incluso fuera de la fotografía de calle, artistas de otros medios también han tomado elementos de su estilo. Directores de cine, por ejemplo, han hablado sobre cómo sus fotos les inspiraron a capturar escenas cotidianas de manera más cruda y auténtica.
En un mundo lleno de imágenes filtradas, curadas y perfectas, el trabajo de Winogrand sigue siendo un recordatorio de que la vida real, con todo su desorden y caos, es hermosa. Su estilo despreocupado y su habilidad para encontrar la magia en lo cotidiano han influido en generaciones de fotógrafos y artistas que siguen buscando la verdad, no en la perfección, sino en la realidad cruda.
Así que el buen Garry nos dejó una huella imborrable en la fotografía de calle, no solo por sus técnicas rápidas y su ojo agudo para lo espontáneo, sino por su capacidad de mostrar la belleza y el absurdo en la vida cotidiana. ¡Un maestrazo!